miércoles, 1 de mayo de 2013

Pedro Orive Gracia, Descansa en paz


Rosario era una criatura feliz, bonita y pequeñita que llevaba  de cabeza a todos los mozos del pueblo. Su vida transcurría tranquila entre sus actividades en la parroquia y  sus clases de costura cuando conoció a  Pedro, que vivía en el pueblo de al lado y no paraba de irle detrás.  A sus padres no les hacia ninguna gracia ese pretendiente ya que solo era un pobre pescador de Bárbate… pero a ella le gusto de seguida. El Pedro le parecía muy guapo, con el cabello engominado i su pequeño bigote que le bailaba sobre una sonrisa permanente, sí, le parecía muy guapo, seductor y además muy buena persona. . Le hizo padecer un poco hasta aceptar ser su novia.  Pedro se la gano, en los nueve años que duro el noviazgo nunca estuvieron  solos, siempre les acompañaba el hermano pequeño de ella,  Juan, y con mucho trabajo le pudo arrancar un par de besos apasionados. Por fin se casaron y Rosario se fue a vivir con Pedro a  Bárbate, a su pequeña casa blanca de pescador.

Bárbate  es un pueblo al sur de la provincia de Cádiz, en la costa atlántica, donde hay calas desiertas que solo visitan las golondrinas, porque solo se puede acceder por mar. Calas que dibujan el litoral de la Janda con amplias playas abiertas al atlántico, playas con la arena más blanca que os podáis imaginar.

Hacía más de 15 años que Pedro era pescador y continuaba mareándose nada más subir a la barca. Además comenzaron los problemas jurisdiccionales con Marruecos y veía que, todo y trabajar muchas horas al día, su sueldo no le llegaba ni para vivir con estrecheces. Esto le hizo decidir, a sus 35 años, aprender a leer y escribir para poder sacarse el carnet de conducir camiones. Cambio de trabajo, pero todo lo que había aprendido no le sirvió más que para cargar sacos en un camión, no para conducirlo, él quería ser chofer, Pero los dueños de la empresa  lo tenían condenado a cargar camiones. Cada día que pasaba veía que no podía darles un futuro digno a sus hijos.

Pedro decide inmigrar a Barcelona, sin saber si sería fácil o difícil. Solo sabía que Bárbate no le daba la oportunidad que necesitaba.

Pedro llega a Barcelona, se baja en la estación del tren de Francia con tan solo una bolsa de ropa en la mano. Se fue a vivir a casa de sus primos Carmina y Cayetano.  El tiempo que estuvo solo añoraba a la Rosario y los niños; no podía soportar ver a las familias que paseaban los días de fiesta, se le encogía el alma.  Así que tan pronto como pudo se trajo a la familia a Barcelona, y se prometió a si mismo que no pasaría ni un solo día más lejos de ellos.

Pedro consiguió ser conductor de unas de las maquinas que se usaban para la construcción de las autopistas y, además, hacia muchas hora extraordinarias como guarda de obras. Los fines de semana que trabajaba se llevaba a la Rosario y los niños a la obra a pasar el día. La Rosario preparaba las fiambreras con comida y los niños vivían aquellos días como la mejor de las aventuras.

En 1970 después de cuatro años de lucha  y de abandonar Bárbate  Pedro, con su familia se instaló en Canovelles. Era un pueblo pequeño sin servicios, todo eran campos…. En este pueblo hecho raíces, sus hijos han crecido, se han enamorado, han tenido hijos, les ha dado nietos… Catalunya, Canovelles, la  tierra que los acogió cuando más lo necesitaba era ahora su tierra, su pueblo. Hoy si hubiese tenido que irse de Canovelles lo pasaría aun peor que cuando se tuvo que ir de Bárbate. Pedro ya era parte de esta tierra.

Han pasado más de 40 años de su partida de Bárbate…. Pedro acompaña a Rosario, su mujer, al Centro de recuperación donde la ayudan a no perderse en una niebla sin recuerdos. Caminan de la mano por el Paseo de la Ribera (la ruta del colesterol), encogidos, ella  más pequeña que nunca, su mirada ausente per culpa de la enfermedad. No sabe dónde va, no tiene pasado, no tiene presente, pero conoce la mano de Pedro y se siente segura teniéndolo a su lado.

Él se siente como si paseara con su novia, su bonita niña de Vejer. Con el tiempo se ha convertido en sus ojos, en su memoria, en su compañero… caminan poco a poco. Pedro mira el paisaje distraído, a un lado ve las naves  de las fábricas, grandes y pequeñas, camiones aparcados, cajas, paquetes, obreros trabajando... al otro lado, el rio Congost. Ahora el agua está limpia e incluso viven peces y patos, pero hace unos años era un rio de agua sucia; Pedro piensa que el rio ha vuelto a tener vida. Al otro lado del rio se ve el barrio de LLadonet donde tuvo su primera casa cuando llego del pueblo. Ve la silueta del Ayuntamiento de Les Franqueses, la vieja escuela con los edificios separados para niños y niñas; detrás su pueblo Canovelles, donde ha conseguido la vida que quería para sus hijos cuando salido de Bárbate.

La Rosario camina ausente a su lado. También mira el Rio y delante de sus  ojos se dibuja una gran pineda y un pequeño pueblo blanco de pescadores; a la derecha, la costa atlántica; donde todavía hay calas que solo son visitadas por las gaviotas, porque solo se puede acceder por mar. Calas que dibujan el litoral de la Janda con amplias playas abiertas al atlántico, playas con la arena más blanca que os podáis imaginar.

El 26 de junio hará 3 años que la Rosario nos dejó, Hoy Pedro vuelve para siempre al lado de su bonita novia de Vejer y los dos se darán de la mano para volver a pasear descalzos  por la blanca arena de las playas de Bárbate.

Pedro, Periquín, papa, suegro, tito… gracias por ayudarnos a crecer y madurar tanto en el Sol como en el hielo.  Gracias por darnos tanto amor . Tú siempre estarás entre nosotros.

Descansa en Paz.

Canovelles, 29 de abril de 2013.